martes, 27 de agosto de 2013

Trágico camino hacia mi libertad, amor.

Voy en el bus por la tarde  pegado a la ventana. Mi destino está pronto a llegar. Miro hacia delante y ahí están, miro hacia mi derecha y ahí están lo mismo ocurre cuando volteo la mirada hacia atrás. Veo lo que piensan, lo puedo sentir como siento el viento acariciar mis mejillas. Y ahí está uno mirándome con el rabillo del ojo. Si lo sé me quiere, tal vez, matar, y es que así piensan los que me rodean. Ese, quien me alcanza con la mirada no hace más que estorbar, lo veo pero no lo miro. En cambio, miro por la ventana, fingo tener una cámara a mi costado filmando todo lo que me sucede. Veo el tren y a las personas en la calle felizmente fingidas, no se hagan los tontos que bien sé que me están buscando. Deja de mirarme, azar de la vida. Pues si tanto lo quieres escuchar, sí soy el que todos están buscando incluso tú. Todos ustedes me buscan porque saben que no pueden amar más de lo que yo lo hago a pura naturalidad. Tranquilo que esto no tiene que ver contigo ni conmigo; ¿Cómo? ¿No vas a decir nada?. Claro ya no puedes pues se acabó la gran oportunidad que el cielo te ha mandando para atraparme, ya no puedes, ahora me salpica tu sangre. No no se alarmen, él me lo pidió, no existe razón para ser melodramáticos, es una simple coincidencia que haya muerto aquí bajo mis manos. Ustedes, mis buenos amigos incluso son mi regalo para ella. Bueno ¿ahora no quieren hablar? Es que este mundo está de locos, ¿nadie pide la palabra? Dejen de salpicarme con su sangre por el amor de Dios.
Siguen ahí y yo sigo aquí mirándolos siguen buscándome y siguen pesando en mí. Quizás esta expresión sea la más adecuada, quieren ingresar en mis pensamientos y ultrajarlos, como sí eso fuese gran acontecimiento. 
Lo único que encontrarán son restos de vida, el recuerdo durmiente, lánguido, puntiagudo, escaso de la bella Catalina. 

No te esperaba tan pronto, dijo. Mira lo que he hecho por ti, acoté. ¿Recuerdas cuando, firmemente, me aclaraste que para poder tenerte a mi lado necesitaría más de este inerte y sin valor, mi corazón? 
Pues tengo doce ahora, aquí están tus doce inútiles corazones, son doce como las personas a bordo del bus que me trajo hasta aquí, como los años que llevo tu imagen viva e inoportuna en mi andar.
Tómalos y déjame vivir.

sábado, 10 de agosto de 2013

Mi verdad en cualquier mano.


Teo: ¿y tú cuanto tiempo llevas aquí?
Lucy: no más de 6 días
Teo: que lugarcito eh.
Lucy: ¿por qué estás aquí?
Teo: no lo sé con exactitud. Recuerdo haber  estado en mi (corta la voz) en mi… casa
Lucy: ésta lo es.
Teo: ¿es qué?
Lucy: tu casa.
Teo: por alguna extraña razón me siento en casa pero no puedo verlo realmente
Lucy: no ves porque no lo quieres ver. Pero siempre que lo sientas, dentro de ti estará.
Teo: no entiendo. ¿Es acaso una especie de truco?
Lucy: no, (con tristeza en sus palabras) sé que no debo decirte esto pero debes irte
Teo: ¿a dónde?
Lucy: a donde tú desees pero por favor debe ser lejos de mí. (Voltea el rostro y la voz se quiebra)
Teo: ¿qué pasa?
Lucy: temo tener sentido. Temo vivir. Temo respirar. Temo amar. Temo llorar. Temo jugar.
Teo: no entiendo. Si te incomodo debería irme.
Lucy: (Con lágrimas en los ojos) ¿es que no lo entiendes?
Teo: Difícilmente.
Lucy: has llegado al lugar que se lleva tus sueños. Donde pensar, amar, reír y todo lo que puedas sentir o ser simplemente ya no pertenece a ti.
Teo: (extrañado, confundido  y nostálgico). ¿No llevas 6 días aquí verdad?
Lucy: (agacha la mirada, llora y con la voz del alma  responde). No.
Teo: ¿entonces?
Lucy: ha pasado tanto tiempo que poco importa siquiera ahora
Teo: pues es verdad lo que dicen los ángeles en mis sueños. 
Lucy: También están los tuyos. Pensé que sólo aparecían frente a mí.
Teo: pero puede no ser cierto. Recuerdo la última vez, No siempre despertarás desperdiciando los abrazos de tus seres queridos. Recuerda que siempre existe el mañana en el lugar dónde nada te pertenece, incluso tus pensamientos.
Lucy: he conocido muchas personas. Cada una con un motivo diferente. A todos los he visto perder sus últimos días en este lugar.
Teo: debo regresar a dónde somos dueños de nuestros actos. ¿Acaso esto que sale de mis labios tampoco es mío?
Lucy: No lo es.
Teo: no creas que soy tonto.
Lucy: aún sigues creyendo que allá eres dueño de todo de ti. Eso es terrible. ¿Acaso estos 3 años han sido nada?
Teo: ¿3 años? He llegado no hace más de 3 horas
Lucy: Eso no importa un año puede ser una hora, un segundo o lo que tú quieras creer que en realidad sólo eres un portavoz.
Teo: calla. Eso no lo dices tú sino quien es dueño de nosotros.
Lucy: ¿es que no lo ves? Allá, de donde tu vienes no tiene diferencia de este lugar. Siempre hemos sido y seremos sólo lo que ellos quieren escuchar.
Teo: ¿quiénes?
Lucy: los que te escuchan.
Teo: ¿tú también vienes de allá?
Lucy: si, pero yo he venido porque así lo quise esa es la razón por la que nunca me iré de este lugar ni siquiera con la muerte.
Teo: Hace unos momentos pediste que me marchara, ¿por qué?
Lucy: Porque a mi lado no conseguirás nada de lo que deseas. Porque ya lo he vivido dos veces y he fracasado.
Teo: los fracasos son parte de nuestro andar, y de esos aprendes.
Lucy: pues yo ya he fracasado tanto que soy experta y por eso te digo que yo nunca podré salir de este lugar. Alguna vez un escritor llegó a mi lado y me describió lo que su vida había sido allá afuera. Pensé que estaría ansioso por regresar al lugar que todos creen que son dueños de sus actos. En cambio, me aclaró; Lo que escribo tiene que ver mucho con mis frustraciones, a veces me libera otras hace más pesada la carga, pero siempre hay una verdad que mostrar a las demás personas que disfrutan lo que haces. Esa verdad casi siempre me hace sentir el aire que respiro, por esa verdad es que me desvelo escribiendo e imaginando para los demás. Aunque a veces la verdad no es suficiente. Aquí no hay lugar para mentir o decir la verdad, sólo para pensar que tus pensamientos no son tuyos nunca más terminé diciendo. Su nombre era Simón Frisco.
Teo quedó, por razones que Lucy no entendía, impresionado y casi sin respirar. Luego de algunas horas o días, meses tal vez despertó Teo.
Lucy: ¿Qué ha pasado?
Teo: ese hombre.
Lucy: ¿Qué es lo que pasa con él?
Teo: Es… Es mi padre. Yo tenía 6 años cuando nos dejó, mi madre nunca supo nada de él y murió ignorando su abandono. Yo crecí y me di cuenta de lo que mi madre no podía ocultar. Mi padre nos había abandonado. Me enteré que un día antes de desaparecer. Se despidió de mi madre como sin miedo a la muerte, mi madre con lágrimas en los ojos le pidió que no cometiera una locura que yo lo necesitaba, pero su amor por el arte lo envió directo al mar. Caminó la playa, cerca de nuestra casa, completa por varias horas. Algunos vecinos le contaron a mi madre que vieron a un hombre cerca de las 6:30 de la tarde entrar al mar caminando sin que nada lo detuviera. Aquel hombre nunca más volvió a ser visto.  Mi padre dejó un escrito cerca de mi cama que encontré años más tarde de su desaparición. Mi madre nunca se enteró porque pensé que era mejor no decírselo, ella ya estaba muy enferma cuando me enteré de lo que mi padre tenía en mente. El escrito decía: hijo, he decidido darte lo mejor de mi vida, lo que pocos entenderán en el futuro. Ayer un ángel apareció cerca de mis aposentos, no recuerdo si estuve soñando o si fue real. Pero me hizo una propuesta, que consistía en escribir para él a cambio de dejarte vivir. Es muy difícil de explicar, acompáñame me dijo. Toqué su vestimenta y todo se puso blanco de pronto estaba cerca de tu escuela te vi salir y mi corazón se llenó de alegría como siempre. Minutos más tarde cruzaste la pista corriendo a abrazar a tu madre cuando un auto a velocidad te quitó la vida. Mi corazón se hizo pedazos sentí mi vida sin sentido. Si escribes para mí por la eternidad tu hijo no morirá en un accidente terminó diciéndome.

Lucy: Tu padre es parte de tu historia ahora,  debes aceptarlo así.
Teo: Algún día he de encontrar el camino de regreso al lugar en el que al menos si creemos que somos dueños de nosotros, allá  donde fingir ser feliz, muchas veces te hace feliz.
Lucy: moriré joven es lo que solía decir allá, y ya me ves, estoy aquí sin salida y sin poder al menos dejar de existir.
Teo la abraza y le pide que la acompañe por unos minutos o tal vez para toda la vida.